Fatum es «a fuerza infinita de la resistencia contra la libre voluntad; libre voluntad sin fatum es tan impensable como el espíritu sin lo real, como lo bueno sin lo malo, pues solo las contradicciones dan lugar a los rasgos del carácter». (Nietzsche) Sobre esta idea compone Lur Sotuela su poemario Anti Fatum, que viene acompañado por un prólogo de Miguel Veyrat y el epílogo de Alelí Jailit, que analizan y explican la obra del poeta. Ser poeta en tiempos de penuria significa pues cantar, "decir lo sagrado" en la época de la noche del mundo, para silabear tal legado. El tiempo es de penuria y hay que revelar la esencia del dolor, la muerte y el amor. Arriesgando su decir en la naturaleza y sus peligros, la caída de Lur Sotuela amparado en la amplia capa del autor de Hyperion y en su propia rebeldía, sigue ese rastro solo para hallar una posible respuesta en las palabras de Cioran, otro rebelde, que nos acompañó hasta aquí en su displicente, cínico y consciente deambular por las nubes tomando notas de lo que consideraría un pésimo aprendiz de demiurgo: A saber, que el riesgo no sería tal, ya que es cierto que todos los animales están destinados a morir pero solo el hombre está llamado a “caer”. Lo que importa pues es el espectáculo; jugar al antifatum... . (Miguel Veyrat).